¿REBELIÓN CIENTÍFICA EN EL BANQUILLO DE ACUSADOS?  

Parece mentira, pero dos días después de que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. advirtiera de que, desde que hay registros oficiales, la temperatura media de los mares y océanos ha batido en este mes de abril su récord, un grupo de quince personas activistas y científicas ecologistas de Rebelión Científica declaraban en un juzgado de Madrid, acusadas de desórdenes públicos contra las altas instituciones del Estado, alteración del funcionamiento del Congreso de los Diputados y daños contra el patrimonio.  

La acción pacífica de la que se les acusa, llevada a cabo unas semanas antes, tenía como objetivo denunciar la pasividad de los gobiernos, empresas e instituciones ante la crisis climática y se inscribía en el marco de otras movilizaciones internacionales. Estos llamamientos se hicieron unos días antes de que el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), organización dependiente de la ONU, publicara su demoledor último informe, redactado por destacados especialistas. Entre muchas constataciones –casi todas muy preocupantes-, y como botón de muestra, el documento nos alerta de que en ningún momento de los últimos dos millones de años las concentraciones de CO2 en la atmósfera terrestre han sido tan elevadas como en la actualidad (este aumento de dióxido carbono es una de las principales causas del calentamiento global que estamos padeciendo). Hace unos días se publicó un nuevo informe de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) también con datos espeluznantes sobre olas de calor y sequías, aumento del nivel de mar, destrucción del hielo y otros indicadores muy preocupantes.    

Seguir leyendo » ¿REBELIÓN CIENTÍFICA EN EL BANQUILLO DE ACUSADOS?  «

LA REACCIÓN PATRIARCAL

Los días previos y posteriores al 8 de marzo, Dia Internacional de la Mujer, he vuelto a escuchar en boca de muchos hombres y no pocas mujeres numerosos comentarios despectivos, más o menos explícitos, contra el feminismo y, en concreto, el transfeminismo. Coletillas impertinentes o mordaces sobre su radicalidad verbal, su insolencia política o su dogmatismo ideológico. En el fondo, eufemismos de todo tipo para poner en cuestión los avances del movimiento feminista inclusivo.

Aunque parezca que el progreso en derechos es irrevocable, siempre viene bien recordar a Simone de Beauvoir cuando, a mediados del siglo pasado, ya advertía a las militantes feministas: “jamás se debe olvidar que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Nunca se deben dar por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

Las libertades civiles y el derecho para ejercerlas han sido logros que, mediante movilizaciones, muchas de ellas feministas, se han ido arrebatando a los diferentes sistemas, patriarcales y coloniales, de orden económico, social, cultural. No hay que retroceder mucho en el tiempo para comprobarlo. Cuando esta autora escribió El segundo sexo (1949) en Francia estaba prohibido el aborto, que no sería legalizado hasta 1975. Annie Ernaux, reciente Premio Nobel de Literatura, en su libro El acontecimiento (Tusquets, 2000) narra su propia experiencia de soledad, incomprensión social, clandestinidad, sufrimiento psicológico y físico cuando en 1963, siendo estudiante de filología, descubre que estaba embarazada. Un angustioso recorrido vital para conseguir un aborto clandestino con el consiguiente riesgo para su vida (este excelente relato tiene en la película del mismo título una magnífica versión, dirigida por Audrey Diwan en 2021) Y una año antes, en La vergüenza (Tusquets 1999), Ernaux escribe cómo a los doce años descubre que su padre maltrata a su madre, y recorre el ambiente sofocante y opresor que imponían los códigos de conducta y las normas sociales machistas imperantes. 

En España, durante el franquismo, las mujeres ni siquiera se podían divorciar, los homosexuales eran perseguidos y encarcelados u obligados a vivir en el anonimato y la clandestinidad, al igual que las mujeres lesbianas; y las pocas personas trans que asumían su condición estaban condenadas a sobrevivir en los márgenes de la sociedad o a tener una existencia camuflada en la vida del ocio nocturno. En muchos lugares del mundo todavía hoy estas personas viven en parecidas circunstancias, privadas de libertad, amenazadas, asesinadas o recluidas en el ámbito familiar, con escasas posibilidades de desarrollar una vida pública plena.  

Seguir leyendo «LA REACCIÓN PATRIARCAL»

¿SER CONTEMPORÁNEO?

Este texto lo utilicé como introducción en un diálogo con la psicoanalista Vilma Coccoz y el filósofo Javier Echeverria, coordinadores del ciclo Crisis de la contemporaneidad organizado por el centro cultural KM Kulturgunea de Donostia/San Sebastian.

Imagino que me invitaron porque en algún momento de sus conversaciones pensaron que soy un tipo muy contemporáneo o que, debido a mi trayectoria profesional, tengo buenos argumentos para saber qué significa serlo.

Sin embargo, he de confesar que me ocurre algo parecido a lo que San Agustín pensaba cuando en sus Confesiones se interpelaba sobre el sentido del tiempo y se respondía a sí mismo que, si nadie se lo preguntaba, lo sabía, pero si intentaba explicarlo no lo sabía. Salvando las distancias, con uno y con el otro, quizás me ocurra también lo que a Baudelaire que, a pesar de ser considerado el poeta que abre la puerta a la experiencia de la modernidad en el arte, se resistía a la vida moderna pese a estar comprometida con ella.

Por mi parte, aunque me esmero en vivir desde mi condición de sujeto comprometido con su tiempo histórico, he de admitir que desde hace bastantes años también me resisto a muchas de sus inercias. Es una resistencia obstinada. Algunas personas que viven cerca de mí, dicen que, por lo insistente, a veces es cansina. Padezco una forma de “extrañamiento” respecto al devenir del mundo, de mí mismo y de la relación que aun sigo teniendo con lo que se conoce como contemporaneidad, esa especie de fugaz presente que nos obliga a correr contra el tiempo.

Alguien podría decir -ya me lo dicen- que soy otro viejo cascarrabias cansado, dando lecciones desde el agotamiento. Sin embargo, no es del todo así, porque cuantas más dudas tengo sobre lo contemporáneo – o mejor dicho las maneras de abordar el progreso y sus formas materiales y simbólicas- más consciente soy de que tienen que ver con formas de decepción y a la vez con una persistente esperanza que se sitúan mucho más atrás en el tiempo. Pero a pesar de sentir cierta rabia por los desengaños, por el aumento de la desigualdad y el racismo junto a la reacción patriarcal, la violencia machista, los feminicidios, la crisis climática y la guerra y, aunque el hielo se funda, las mareas suban, las temperaturas se alteran como nunca y las bombas, lejos o cerca, no dejan de caer, también me alegro por las potencias que veo desplegarse en muchos movimientos sociales. Sin ir más lejos, las manifestaciones en defensa de la sanidad pública universal o el ecofeminismo transinclusivo y antirracista que estos días hemos vuelto a ver en las calles, a ritmo de rebelión y metamorfosis.

Estas paradojas anímicas, se podrían rastrear en ciertos cambios de estrategia que, coincidiendo con los movimientos antiglobalización del siglo pasado, traté de implementar en el programa de Arteleku y, unos años después, tras la gran crisis financiero inmobiliaria, conocida como “La gran recesión”, que estalló en el 2008/09  coincidiendo poco después con el resurgir en las plazas del 15M en el año 2011, en el proyecto inicial de la candidatura para la Capital Europea de la Cultura 2016 que escribimos a varias manos entre el 2010 y 2011. Proyecto que se inspiró, entre otras aportaciones, en un texto que me encargó el que fuera alcalde de Donostia/San Sebastián, Odón Elorza, antes que me nombraran director del proyecto. No en vano, titulé aquellas reflexiones Se acabó la fiesta. La burbuja cultural: educación, ecología y cultura, un nuevo trinomio social. Este texto también estaba impregnado de cierta irritación, a la vez, que de entusiasmo. De hecho, ganamos aquella absurda competición. No creo que sirviera para gran cosa, así que después del entusiasmo, otra vez la decepción.  

La filósofa Marina Garcés en su reciente Malas compañías (Galaxia Gutenberg, 2022) insiste en que sin la experiencia de la extrañeza no puede haber pensamiento. Ella habla de formas de pensamiento que nos expongan no tanto a lo que está por venir que, en cierto modo, sería el paradigma temporal de lo que venimos entendiendo como contemporaneidad, sino a lo que está por volver a mirar, a pensar o a escuchar. Algo así me ocurrió cuando hace unos días fuimos juntos a ver la exposición de Leonora Carrington, cuya biografía en sí misma es un grito de desesperación; estigmatizada, violada por una manada de requetés franquistas, psiquiatrizada en Santander y a la vez una vida plenamente comprometida con la libertad. Un auténtico redescubrimiento que me permitió leer su obra a la luz de su visión protoecologista e indignada ante la actitud depredadora de la especie humana foto.

Seguir leyendo «¿SER CONTEMPORÁNEO?»

ENTRE COMETAS Y MOTOS DE AGUA. BIOECONOMÍA PARA EL SIGLO XXI.  

Mi acercamiento a la economía siempre ha tenido que ver con el interés por su historia y por la relación que necesariamente establece con otros conocimientos, como la sociología, la antropología, la filosofía, la cultura y el arte. Así que comienzo este texto, publicado recientemente en la revista «Galde«, asumiendo las limitaciones analíticas de mis opiniones y, como es habitual de mis  escritos, casi siempre “recitados”. Por tanto, dejándome llevar por la erudición de otros especialistas.

Hace unos meses terminé de leer Bioeconomía para el siglo XXI. Actualidad de Nicholas Georgescu-Roegen (Catarata y FUHEM ecosocial, 2022) una excelente recopilación de textos de este autor, editados por Luis Arenas, José Manuel Naredo y Jorge Riechmann. Este heterodoxo matemático, estadístico y también economista publicó en 1971 La ley de la entropía y el proceso económico, probablemente su obra más conocida que, pasados los años, ha sido reconocida como uno de los estudios más importantes de la ciencia de los últimas décadas. Como señalan los editores, aquella publicación ponía las bases de una revolución en la teoría económica moderna y, según ellos, debería haber marcado un punto de inflexión en el análisis de los fenómenos económicos.

El autor, nacido en 1906 en Rumanía y exiliado a EE.UU donde murió en 1994, en su empeño por corregir la desconexión que los saberes contemporáneos establecen entre disciplinas científicas, naturales, sociales o humanistas, llamó “bioeconomía” a la forma de abordar sus estudios, que luego se han conocido como “economía ecológica”. Parafraseando a Luis Arenas, se oponía a la lógica de la exclusiva especialización de los saberes que domina la ciencia contemporánea y dejaba a la vista las implicaciones económicas que también tienen otros campos del conocimiento como la demografía, la política, la ética y la ecología.

Seguir leyendo «ENTRE COMETAS Y MOTOS DE AGUA. BIOECONOMÍA PARA EL SIGLO XXI.  «

RECONOCIMIENTO

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que un reconocimiento es la acción de reconocer o reconocerse y, en una segunda acepción, agradecer los bienes recibidos. En su dimensión moral y filosófica, como ya apuntó Hegel en El sistema de la eticidad, el reconocimiento se lleva a cabo mediante distintas formas de amor, derecho y solidaridad, que podrían, a su vez, configurar el campo de lo que se denominan políticas de la amistad o, su reverso, la enemistad. Aunque también sabemos que, entre ambas, se camuflan los intereses, la hipocresía o la mera banalidad social.

No tengo ningún reparo en reconocer que me enorgullezco de haber estudiado y aprendido con esmerada atención de la trayectoria profesional de Manuel Borja-Villel, desde que a principios de los años noventa fuera director de la Fundación Tàpies que, en lugar de convertirla en un mausoleo para el artista, consiguió trasformarla en un referente para muchos de nosotros; de haber colaborado en la siguiente década con diferentes proyectos artísticos cuando ambos dirigíamos respectivamente Arteleku y el MACBA, en aquellos años en los que, a pesar de todas las dificultades, paradojas y contradicciones, también intentábamos establecer acuerdos de colaboración con algunos movimientos sociales relacionados con prácticas artísticas y culturales comprometidas con la crítica política; y estos últimos quince años, de haber atendido muy de cerca, y con mucho interés, su trabajo como máximo responsable del Museo Reina Sofía. En consecuencia, ahora que se ha despedido de la dirección de uno de los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo, por fortuna – podía haber sido todo lo contrario- de compartir un sincero afecto mutuo que espero perdure, más allá de nuestras diferencias de criterio en relación a algunos modos de hacer y concebir la gestión institucional. Estoy seguro que seguiré atento y expectante a las propuestas que desarrollará en sus próximos destinos.

Así pues, desde mi juicio subjetivo – ¿cuál no lo es? –  no me cabe duda que Borja-Villel es una de las figuras más relevantes del sistema institucional que gobierna el arte contemporáneo internacional. Del mismo modo, en el contexto local, una de las pocas figuras directivas que, con pertinaz capacidad analítica y de forma tan continuada, ha logrado situar las instituciones que ha dirigido en una permanente disposición crítica respecto a ellas mismas, con sus rémoras burocráticas o inercias complacientes, y en relación con las tensiones sociales y políticas externas, con los riesgos y, en consecuencia, aciertos y fracasos que esa actitud conlleva.

Seguir leyendo «RECONOCIMIENTO»

POLÍTICAS DEL PAISAJE: RECUPERAR, RESTAURAR, REGENERAR Y RENATURALIZAR

El periodista Andrés Rubio en España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia (Debate, 2022) analiza las causas del deterioro y la destrucción de los paisajes españoles. Hace hincapié sobre todo en los de la costa, pero sin olvidar los pueblos, que han visto cómo se han despoblando, y las ciudades del interior, haciendo hincapié en el desastre urbanístico de Madrid. Se hace muchas preguntas y examina de forma pormenorizada las razones por las que algunas políticas urbanísticas locales han sido tan dañinas con el paisaje. Durante las últimas décadas, a causa de las políticas económicas orientadas al turismo masivo y al consiguiente crecimiento de las industrias de la construcción, no ha dejado de crecer el proceso de urbanización caótico de las costas peninsulares y la tendencia a la concentración de la población en las grandes ciudades.

Es evidente que en las últimas décadas, debido a las necesidades demográficas y los modelos de ciudad propiciados por un crecimiento económico prácticamente incontrolable, la construcción inmobiliaria y de redes viarias o la arquitectura de servicios han ido ganando terreno al territorio verde, a las huertas, las arboledas, los prados o las alamedas fluviales, las cuales también forman parte sustancial de las ciudades. Casi sin darnos cuenta, o al menos mirando para otro lado, nuestros hábitats se han ido conformando a base de asfalto y cemento. Es verdad que esa dinámica constructiva se suele corregir con la creación de parques y jardines, pero las políticas ambientales y mucho menos la agenda ecológica, lamentablemente, todavía ocupan un lugar secundario o testimonial en las prioridades política, cuando debían ser prioritarias.

Seguir leyendo «POLÍTICAS DEL PAISAJE: RECUPERAR, RESTAURAR, REGENERAR Y RENATURALIZAR»