La extrema derecha española y, al parecer cada vez más, la más ponderada parecen seguir a pie juntillas la conocida frase del propagandista nazi Joseph Göbbels: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. La tesis del responsable del Ministerio de Propaganda del partido nazi alemán es semejante a la de Steve Bannon, uno de los primeros ideólogos del trumpismo y adalid de la expansión del pensamiento reaccionario actual y del crecimiento de los partidos de ultraderecha en gran parte del mundo donde (pre)domina la raza blanca y la tradición cristiana.
Sus bulos y fabulaciones son como letanías de un rosario ideológico muy bien tramado que, tergiversando algunos aspectos concretos de la realidad, convierten en engañosas afirmaciones y lanzan al epicentro de las redes sociales y de algunos medios de comunicación muy interesados en amplificar su eco. No hay más que escuchar a Andrew Marantz, autor de Antisocial, la extrema derecha y la libertad de expresión en Internet (Capitán Swing, 2021), para entender como con sus maniobras construyen una realidad adulterada e intentan hacernos creer que lo hacen en defensa de la libertad, palabra que han vaciado de contenido y convertido en arma de guerra cultural y política. Suelen ser consignas que casi siempre remiten a imaginarios negativos sobre la inmigración, a la que culpan de la mayor parte de los problemas sociales nacionales, delincuencia, violencia callejera, abuso de prestaciones sociales etc.; sobre los musulmanes, a los que acusan de odiar la cultura occidental cristiana y, por tanto ser potenciales terroristas; recientemente, exacerbando de nuevo el odio también contra los judíos, haciendo resurgir otra vez el antisemitismo; sobre los movimientos políticos progresistas y, en nuestro caso, federalistas e independentistas –casi siempre en el mismo paquete- a los que, enarbolando un nacionalismo patriótico heroico, militarista y autoritario culpan del retorno del ateísmo, el comunismo o el separatismo desintegrador; y, con especial crudeza, sobre el movimiento feminista, homosexual y transfeminista al que responsabilizan de atacar la sagrada unidad familiar, la condición binaria “natural” de hombre y mujeres o, cuando se celebró el año pasado el 8M, ser el causante de la propagación de la pandemia y, peor aún, poner en cuestión la seguridad del Estado, como cuando el movimiento “Black Lives Matter” luchaba en las calles de EE.UU. por la igualdad y la libertad.
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