LA REACCIÓN PATRIARCAL

Los días previos y posteriores al 8 de marzo, Dia Internacional de la Mujer, he vuelto a escuchar en boca de muchos hombres y no pocas mujeres numerosos comentarios despectivos, más o menos explícitos, contra el feminismo y, en concreto, el transfeminismo. Coletillas impertinentes o mordaces sobre su radicalidad verbal, su insolencia política o su dogmatismo ideológico. En el fondo, eufemismos de todo tipo para poner en cuestión los avances del movimiento feminista inclusivo.

Aunque parezca que el progreso en derechos es irrevocable, siempre viene bien recordar a Simone de Beauvoir cuando, a mediados del siglo pasado, ya advertía a las militantes feministas: “jamás se debe olvidar que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Nunca se deben dar por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

Las libertades civiles y el derecho para ejercerlas han sido logros que, mediante movilizaciones, muchas de ellas feministas, se han ido arrebatando a los diferentes sistemas, patriarcales y coloniales, de orden económico, social, cultural. No hay que retroceder mucho en el tiempo para comprobarlo. Cuando esta autora escribió El segundo sexo (1949) en Francia estaba prohibido el aborto, que no sería legalizado hasta 1975. Annie Ernaux, reciente Premio Nobel de Literatura, en su libro El acontecimiento (Tusquets, 2000) narra su propia experiencia de soledad, incomprensión social, clandestinidad, sufrimiento psicológico y físico cuando en 1963, siendo estudiante de filología, descubre que estaba embarazada. Un angustioso recorrido vital para conseguir un aborto clandestino con el consiguiente riesgo para su vida (este excelente relato tiene en la película del mismo título una magnífica versión, dirigida por Audrey Diwan en 2021) Y una año antes, en La vergüenza (Tusquets 1999), Ernaux escribe cómo a los doce años descubre que su padre maltrata a su madre, y recorre el ambiente sofocante y opresor que imponían los códigos de conducta y las normas sociales machistas imperantes. 

En España, durante el franquismo, las mujeres ni siquiera se podían divorciar, los homosexuales eran perseguidos y encarcelados u obligados a vivir en el anonimato y la clandestinidad, al igual que las mujeres lesbianas; y las pocas personas trans que asumían su condición estaban condenadas a sobrevivir en los márgenes de la sociedad o a tener una existencia camuflada en la vida del ocio nocturno. En muchos lugares del mundo todavía hoy estas personas viven en parecidas circunstancias, privadas de libertad, amenazadas, asesinadas o recluidas en el ámbito familiar, con escasas posibilidades de desarrollar una vida pública plena.  

Por fortuna, se ha avanzado mucho en materia de derechos y libertades, pero queda mucho camino por recorrer y además las amenazas restauradoras siempre están presentes. Lo hemos comprobado los últimos meses en el parlamento español con los debates sobre la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida como la ley del solo sí es sí, con la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y garantía de los derechos de las personas LGTBI, o ley trans, y la reforma de la Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, más conocida como ley del aborto.  

Como señalan Marta Cabezas y Cristina Vega en La reacción patriarcal. Neoliberalismo autoritario, politización religiosa y nuevas derechas (Bellaterra, 2022) es evidente que, coincidiendo con varias crisis económicas consecutivas, estos últimos años estamos constatando en casi todo el mundo que nuevos partidos ultra de derecha extrema, arrastrando con ellos a la más moderada, están intentando imponer de nuevo estrategias de moralización conservadoras y antifeministas. Además, despliegan su ideología en paralelo a la politización cada vez más reaccionaria de las diferentes religiones que pretenden aplicar las visiones fundamentalistas e integristas de sus preceptos teológicos particulares. De hecho, en España, su agenda antifeminista se adapta perfectamente a los mandatos de los sectores más tradicionalsitas de la iglesia católica y, en otros lugares, a otras confesiones que se están escorando hacia postulados ultraconservadores. Hace unos días, en un acto público del Partido Popular celebrado en el barrio de Usera de Madrid, de fuerte arraigo latinoamericano, pudimos ver a una conocida predicadora evangelista que invocó a Dios para pedir la protección de los dirigentes populares.

El concepto de “ideología de género” es utilizada por estas fuerzas para construir un pretendido consenso político y social sobre lo que debemos percibir como normal y legítimo. Nos encontramos con un aparentemente extraño frente amplio, pero con objetivos comunes, donde en nombre de determinada concepción de la nación excluyente, la familia heteronormativa tradicional y la religión, confluyen conservadores moderados y grupos de extrema derecha, así como grupos cristianos y musulmanes fundamentalistas, teocracias o nacionalismos totalitarios. Son, como los denomina Paul B. Preciado en Dysphoria mundi: “patriarcalistas antigénero, partidarios de un régimen sexual arcaico, articulado alrededor de un pensamiento construido con retóricas religiosas y restos de pensamiento binario y racialista del siglo XIX, que ellos se esfuerzan por presentar como inmutable y biológico. Un amasijo de artefactos culturales del pasado– dice Preciado- que se complacen en llamar “naturaleza”, “orden social” u “orden simbólico”.

En la excelente recopilación de textos antes citada, se hacen pormenorizados análisis de las numerosas reacciones patriarcales que se están extendiendo por todo el mundo. En el primer capítulo, Wendy Brown repite algunos de los argumentos que ya expusiera En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente (Traficantes de sueños, 2021). Según ella, son fuerzas que, usando la retórica de la libertad económica o la de expresión y, cada vez más, de culto religioso, despliegan un ímpetu moral antidemocrático contra todas las formas de justicia social y contra la ampliación de derechos que el estado provee a las personas mediante el reconocimiento de la diversidad y la igualdad de acceso a los servicios públicos.

Todas estas corrientes ideológicas tienen en común la movilización total contra las políticas públicas de igualdad y la acción feminista, contra el avance en los derechos sexuales y reproductivos, especialmente el aborto, la educación sexual en las escuelas, el matrimonio igualitario, las diversidades sexuales y, como marco cultural, contra los estudios de género y la trasversalidad de las luchas contra el clasismo y el racismo. Es decir, una agenda antisecular y antidemocrática contra cualquier mediada legislativa o medidas políticas emblemáticas que regulan el derecho de todes a la autonomía y la diversidad de los cuerpos y sus formas de vida.

Como en la misma publicación también señalan Gabriela Arguedes-Ramírez y Gustavo A. Chaves en su texto Agenda antidemocrática y pánico moral. Una lectura situada en Centroamérica: “Es vital que se comprenda que estos contramovimientos neoconservadores operan a través de articulaciones transnacionales, las cuales utilizan una amplia diversidad de estrategias de incidencia y un amplio repertorio discursivo para llegar a tantos sectores y públicos como les sea posible, en una dinámica que conecta lo local con lo internacional. El motor que mueve esta articulación -continúan- es fundamentalmente contradictorio con una democracia de carácter secular y una ciudadanía inclusiva y emancipatoria. Por eso, el llamado a enfrentar a estos contramovimientos no se debe limitar únicamente a los movimientos feministas y de diversidad sexual, porque toda la sociedad en su conjunto está amenazada en tanto estas organizaciones continúen ganando espacios políticos y gubernamentales. Dejamos abierta la pregunta sobre cómo articular un movimiento diverso que incluso pueda contener tensiones internas importantes, pero que tenga claro que el adversario común y más importante es aquel que busca sepultar ideas fundacionales sobre las que se sostienen las luchas por la emancipación y liberación de las poblaciones históricamente subyugadas”.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s