FERNANDO BAYON HABLA DE LA RELACIÓN ENTRE COMMUNITAS E INMMUNITAS

El último texto de mi blog El espejo de Herzen: la condición de extranjero en Europa me ha derivado hacia una excelente conferencia sobre el par inmunidad/comunidad de Fernando Bayón  que escuché en el reciente seminario-encuentro Agenciamientos contra-neoliberales: coaliciones micro-políticas desde el sida de UNIA arteypensamiento, coordinado por Equipo Re (Aimar Arriola, Linda Valdés, Nancy Garín)

Según Bayón para proteger nuestra «soberanía de anfitrión» o para preservar el dominio sobre nuestro hogar (que es lo que hace que podamos ser hospitalarios) tendemos a concebir como «extranjeros indeseables -y virtualmente como enemigos-» a cualquiera que intente acceder a él sin que haya sido invitado. «No existe hospitalidad sin poder, sin soberanía sobre el propio-hogar», asegura Derrida. «Y como no puede haber hospitalidad sin finitud, la soberanía solo se puede ejercer filtrando, excluyendo y, por tanto, ejerciendo violencia». En otras palabras: ninguna hospitalidad es incondicional. La hospitalidad está siempre sujeta a una «jurisdicción estricta y limitativa» que es la que nos permite distinguir -y actuar en consecuencia- entre huésped y parásito. Es decir, la lógica inmunitaria emerge incluso allí donde se promete cancelar.

Bayón recordó también que la noción de «comunidad» ha sido analizada desde enfoques disciplinares y presupuestos metodológicos y teóricos muy diversos. Quizás, la concepción más extendida es la que propuso el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies en su libro Gemeinschaft und Gesellschaft [La comunidad y la sociedad] (1887). Para Tönnies, lo comunitario se opone a lo social, pues considera que mientras en la comunidad el vínculo y criterio fundante es la detentación de un determinado bien -poseer un cierto rh, tener una creencia religiosa…- que marca a todos los sujetos que forman parte de ella, en la sociedad lo que se comparte es un interés. De este modo, en la comunidad domina la dimensión emocional y su expresión política es la nación, mientas que la sociedad tiene un carácter eminentemente instrumental y su expresión política es el estado.

Sin querer entrar a analizar en profundidad esta distinción, lo que sí tiene claro Fernando Bayón es que a lo largo del siglo XX ha habido múltiples y muy variados «usos perversos» de la noción de communitas. El más evidente es el nazismo, pero además de ésta y otras perversiones totalitarias, también hemos sufrido (y seguimos sufriendo) numerosas degradaciones de carácter neoliberal y/o social-demócrata (quizás menos flagrantes, aunque sus efectos a menudo han sido igual de devastadores) como, por ejemplo, la creación de la Comunidad (Económica) Europea. Frente a esas interpretaciones perversas de la idea de communitas se han posicionado varios filósofos contemporáneos (desde Giorgio Agamben a Roberto Espósito, pasando por Maurice Blanchot o Jean-Luc Nancy) quienes han planteado que lo que realmente «instituye comunidad» no es la posesión o compartición de un bien (bien que se concibe como una suerte de marca identitaria: el origen racial, el lugar de nacimiento, la creencia religiosa…) sino la asunción de una «deuda», el reconocimiento de una carencia compartida.

 

leviatan comunidadResumen de la intervención realizado por nuestro editor Alejandro del Pino

Os dejo también el audio completo de la conferencia

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