En las salas de Centro Centro Cibeles de Madrid, hasta principios de octubre, se presenta, mejorado y ampliado, el segundo capítulo de la antológica Miguel Benlloch. Cuerpo conjugado, que el año pasado, poco antes de su muerte, se presentó en la sala Atin Aya de Sevilla, la ciudad donde pasó gran parte de su vida. El centro cultural del ayuntamiento de Madrid, dirigido por Soledad Gutiérrez junto a un excelente grupo de profesionales, también ha aprovechado para editar Mirar de frente, recopilación de textos que Benlloch había publicado de forma dispersa, y para presentar el archivo del artista. Las dos exposiciones han sido curadas por sus amigos Mar Villaespesa y Joaquín Vázquez, que compartió vida desde su infancia en Loja y además fue socio, junto a Alicia Pinteño, de BNV producciones , la pequeña empresa cultural con vocación pública, que le permitió trabajar en el campo del arte y la cultura, y poder vivir sin tener que depender nunca de su actividad artística.
Los últimos años se ha escrito mucho sobre la cultura de la Transición y la contracultura generada en esa década y en las siguientes. Se han publicado varios estudios sobre las prácticas artísticas producidas fuera de la historiografía hegemónica pero, más allá de Miguel Benlloch. Acaeció en Granada (1) en muy pocos la figura de Miguel Benlloch ocupa el lugar relevante que se hubiera merecido.