Me entero del fallecimiento de Víctor Nubla. Es probable que mis dispares gustos musicales nunca hubieran sido igual sin que su vida se cruzara con la mía. Lo conocí en 1986, cuando llegó a Tolosa junto a Juan Crek, con el que formó Macromassa, para participar en el primer Bideoldia, aquel pionero festival de videoarte coordinado por Bostgarren Kolektiboa, con Marian Ortega y Xabier González a la cabeza, que llevó a cabo en 1990 su última edición. Era mi último año como responsable de Educación, Cultura y Juventud del Ayuntamiento de Tolosa, mi pueblo natal, en cuya recién inaugurada Casa de Cultura Macromassa dio un memorable concierto. Repitieron al año siguiente, aquella vez acompañados por Anton Ignorant, otro músico, performer y artista multidisciplinar inolvidable. También pasó por allí, entre otros, el colectivo musical Esplendor Geométrico. Bideoldia, que inicialmente heredó el espíritu del pionero festival de video que Guadalupe Echevarría dirigió en el marco de Festival Internacional de Cine de Donostia/San Sebatián, además de aglutinar las tendencias entonces emergentes de una nueva generación de experimentadores videográficos, albergó también todo tipo de actividades relacionadas con la música experimental/industrial, la perfomance, la poesía visual y otras acciones inclasificables que funcionaban como excepción artística. Una de la figuras emergentes que más influencia tuvo en la configuración de aquel festival fue Marcelo Exposito, pero también, por citar algunos, Antoni Mercader, Eugeni Bonet o Antoni Muntadas que en 1994 invitaría a Victor a participar en el taller «Intervenciones Urbanas» que tuvo lugar durante el verano y, con aquella ocasión, a dar un concierto en la galería de arte y popular bar de jazz Altxerri Donostia con la formación ZOG.
Poco después de que comenzara mi etapa como director de Arteleku, cuya pionera colección de video-arte fue constituida con muchos de los materiales locales e internacionales que se visionaron a lo largo de la breve historia del festival, recuerdo las primeras conversaciones que Xabier y Marian mantuvieron con Victor y Juan para que compusieran el himno del festival. Tras muchas vicisitudes, se estrenó en 1989, en un concierto especial pensado para la Banda Municipal de Música, entonces dirigida por Luis Mª García. Ese disco también está incluido en la discografía de Macromassa y, sin duda, en la memoria de una banda de música que, probablemente, ni en el mejor de los casos, hubiera pensado nunca que aquella extraña oportunidad les hubiera permitido formar parte de una experiencia tan inaudita. Os dejo el enlace donde lo podéis escuchar en un sencillo homenaje a Víctor.